CONGRESO FECH 2013
Insumos
de Trabajo elaborados por la Comisión Organizadora.
I. ¿Qué significa que una universidad
esté federada?
Para partir hay que entender que la federación es
una forma de organización, la cual en la Universidad de Chile es definida como:
Democrática, representativa, autónoma, pluralista, unitaria, solidaria y
comprometida.
En algunos documentos se habla de ser la instancia
máxima de representación y participación para los estudiantes de la
Universidad. Si bien es cierto que esta organización se presenta como una
unidad central que representa y discute los distintos temas que ocurren a nivel
de cada espacio, existen la unidades locales independientes que se organizan
con sus propios métodos y orgánicas. Es por esto que espacios como Derecho y
FAU tienen sus propios estatutos, llevando a cabo diferentes procesos y formas
de organización, sin embargo existe una unidad central, en nuestro caso la FECH
en donde confluyen y se vinculan las problemáticas y discusiones,
visibilizándose como un ente transversal.
¿Qué es un Congreso de Federación?
El congreso FECh es el máximo órgano de toma de
decisiones de nuestra orgánica estudiantil a nivel de la universidad. En esta
ocasión se convoca a un congreso debido al cambio de estatutos de la FECh.
El congreso por lo tanto es la instancia donde
estas modificaciones o refundación de la federación se hace concreta a través
de discusiones y votaciones de los distintos espacios de la federación.
El congreso de cambio de estatutos se conforma de
congresales y organizadores, elegidos en sus espacios, construyendo un cuerpo
alternativo que lleve a cabo el proceso a través de las discusiones de los
espacios.
En esta ocasión, el cambio de estatutos es una
situación histórica debido a que el último cambio de estatutos se hizo hace
dieciocho años y su transformación se ha demandado desde sus bases.
¿ Para qué se realiza el Congreso Fech
?
El Congreso Fech nace de la necesidad que se presenta durante las movilizaciones del 2011 en nuestra Federación, de que la comunidad estudiantil que hoy se agrupa y se ve representada por la Fech,repensara nuestra orgánica y lineamientos de la misma, con el fin de que la federación, como espacio articulador de los estudiantes, operativizara las discusiones, les diera dinamismo y contenido, cosa que muchas veces los estatutos limitaban, debido a que no se ajustan a la evolución de la organización estudiantil que vivimos actualmente.
Por lo tanto se hace urgente que la comunidad
estudiantil dé la discusión sobre los ejes fundamentales que le dan sentido y
razón de ser a la Federación de Estudiantes más antigua del país. Estos ejes
fundamentales, deben responder a todos los escenarios donde la federación se
hace presente, haciendo relación al rol y al carácter, tanto interno como
externo de nuestra Universidad, entendiendo lo externo como la vinculación con
el entorno social y político nacional en que se encuentra inmersa la Fech.
Podemos ver de manera evidente la necesidad de
redefinirse y replantearse, haciendo de la Federación un espacio cada vez más
representativo, abierto y validado por su estudiantado, entendiendo la
importancia y responsabilidad que conllevan las discusiones y definiciones que
el proceso del Congreso plantea, que se traduce en un desafío que nos
planteamos como estudiantes de la Universidad de Chile de que, sin debilitar
los procesos actuales de movilización interna y nacional, seamos capaces de
abordar todas las temáticas del Congreso de manera amplia y contundente,
de tal forma que cada uno de los debates sea capaz de contar y expresar en sus
resoluciones de manera fiel y representativa.
¿Cómo se pretende llevar a cabo el
Congreso?
Entendiendo la importancia que tiene este espacio,
que marca un hito histórico dentro de nuestra Federación y Universidad, tenemos
la obligación como estudiantes de llevar el Congreso de la manera más amplia,
integradora y participativa posible. Es menester que cada uno de los miembros
de nuestro estamento se haga parte de las discusiones que se den, y que vea que
su opinión plasmada dentro de las instancias de participación es fundamental
para sacar adelante tan importante tarea.
La tónica del congreso va en que las discusiones de
este no se den de manera aislada a las discusiones que llevamos en nuestros
espacios, sino que ayude a convocar y profundizar los debate que venimos dando,
que se adapte a la dinámica interna de discusión que tiene cada espacio y que a
la vez avance y llegue a resultados concretos en el mediano plazo, habiendo
tenido las discusiones pertinentes y que establezcan el rol que juega nuestra
federación en adelante
Desde 1906, la Federación de Estudiantes de la
Universidad de Chile se conformó como un ente crítico de la realidad social
latente, y junto con ello, como un punto conexo entre las realidades
estudiantiles y obreras a través de la reforma universitaria, proceso generado
en variados países de América latina.
Primer surgimiento de la reforma
universitaria (1918-1920).
Mientras en Córdoba en 1918 se gestaba un
movimiento lo suficientemente fuerte como para calar hondo en las problemáticas
de autonomía universitaria, cogobierno, extensión universitaria y libre debate
de ideas; el principio de compromiso entre universidad y sociedad,
propios de la Reforma de Córdoba, ya se hacían evidentes en 1912, cuando los
estudiantes de medicina de la Universidad de Chile ejecutan acciones de
solidaridad con los obreros del norte, afectados por una epidemia de peste
bubónica.
Ya en 1918, la identidad política de la FECh asume
un carácter anarco-sindicalista, y mientras se desarrollaban las movilizaciones
en Córdoba, en Chile conforma la Universidad Popular Lastarria, cuyo fin
esencial era proporcionar educación a la clase trabajadora. Es aquí, en 1918,
cuando se da lugar a la primera Convención de la Federación de Estudiantes de
la Universidad de Chile. Esta convención está sumamente marcada por las
realidades nacionales e internacionales que marcan la agenda política, y
además, por la integración de los dirigentes de la Fech (Santiago Labarca y
Juan Gandulfo) en la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (AOAN), una
asamblea similar a un parlamento libre, donde convergían las opiniones y
participación de obreros, artesanos y estudiantes. Esta instancia tenía como
fin principal enfrentar la compleja situación alimentaria del país en aquellos años,
pero permitió cimentar y fortalecer los lazos y la unión entre obreros y
estudiantes.
La Convención proclama el internacionalismo
pacifista, como el americanismo de los estudiantes cordobeses y, junto con
ello, propone la abolición simultánea de los ejércitos de todas las naciones.
Pero no será hasta 1920, cuando
en la nueva Convención de la FECh, se dirijan los esfuerzos para conformar un
petitorio enmarcado en las ya tradicionales demandas cordobesas, pero adaptadas
a la Universidad de Chile. La Convención de 1920, inaugura, en esencia, los
movimientos estudiantiles por reformas directamente relacionadas con la
Universidad; se declara en lucha por el tradicional petitorio académico que
había inspirado el movimiento de Córdoba: obtener la representación de los
estudiantes en los organismos directivos de la enseñanza, autonomía económica
de la universidad, estatuto docente, educación nacional gratuita y laica.[1]
Pero no sólo de temas internos trató la declaración
de la FECh al respecto. La segunda Convención Estudiantil de la FECh,
elaboró su Declaración de Principios. Esta estableció para todo su accionar una
escala progresiva de valores: Individuo, Familia, Patria y Humanidad. La menor
importancia dada a los conceptos de familia y patria trastornó al elemento
conservador de la sociedad chilena de principios de siglo. El marcado
compromiso de la FECh con las problemáticas de la cuestión social, su
orientación internacional pacifista desde 1918, la acción organizada con los
trabajadores observada desde su conformación y su ataque frontal y crítico con
el sistema imperante, crean una situación de molestia y rechazo a la actividad
estudiantil dentro de las clases dominantes.
Más adelante, ya luego del “Proceso a los
Subversivos” de 1920, y luego del triunfo de Alessandri después de la
exposición del fraude de la “Guerra de Don Ladislao”, la FECh vuelve a
desarrollar exigencias en torno a la reforma universitaria.
Si bien el movimiento universitario emergió con más
fuerza, en que los sectores de vanguardia procuraron darle un contenido social
revolucionario a la lucha, el gobierno de Alessandri logró que el movimiento
estudiantil quedara enclaustrado en la universidad. Ello impidió que las
demandas de la Federación en cuanto a reforma, nunca vieran un avance concreto
en el gobierno de Alessandri.
La Autonomía Universitaria (1931)
Habiendo pasado varios años desde las problemáticas
con Alessandri, la abierta oposición a Carlos Ibáñez del campo y su dictadura
se vio presente, ante un gobierno que sólo en primera instancia y
teóricamente, concedió la autonomía institucional y financiera a la Universidad
de Chile. De hecho, la imposibilidad de la publicación de la revista
Claridad es un claro ejemplo del autoritarismo de este gobierno.
Luego del rol protagónico de la FECh en la caída de
Ibáñez, y ya con el gobierno de Juan Esteban Montero, se consagra en hechos la
Autonomía Universitaria, integrada desde entonces a los Estatutos de la
Universidad de Chile. Por su parte, la Federación debe, básicamente como un rol
político desde el inicio de las movilizaciones en 1918, defender y fomentar
este principio. Junto con ello, se cimentó la autonomía en el plano financiero.
En 1944, los estudiantes de Pedagogía de la
Universidad de Chile vuelven sobre muchas demandas históricas de la Reforma
Universitaria relacionadas con la vida institucional: creación de cátedras
paralelas, modificación del plan de estudios, intensificación de la práctica
docente y co-gobierno. El 31 de Octubre termina la huelga estudiantil de esa
carrera con la aceptación por las autoridades de buena parte del petitorio. Así
se abre un ciclo de fructíferas movilizaciones en numerosas facultades de la
misma institución. Este proceso dejará por largas décadas a la Universidad de
Chile en una situación muy adelantada, respecto a la realidad institucional de,
por ejemplo, la Universidad Católica.
La Reforma Universitaria de la década
de los 60’.[2]
Hay que señalar que los primeros planteamientos de
reformas en la Universidad se dan a partir de una serie de reformas a nivel
país, impulsado por el gobierno democratacristiano. Ello, a su vez, impulsa a
los grupos DCU (Democracia Cristiana universitaria) como principal grupo
reformista, aunque no exentos de graves contradicciones, principalmente en
cuanto al co-gobierno universitario.
La DCU se negaba a la participación de los
estudiantes en la generación de las autoridades, mientras que los grupos simpatizantes
de izquierda propiciaban el co-gobierno.
El movimiento estudiantil inicia la discusión de
sus planteamientos tomando en cuenta antiguas demandas, e integrando elementos
relativos a la estructura universitaria. Se señala la necesidad de despersonalizar
las cátedras, haciéndolas una responsabilidad colectiva que vincule las
funciones de investigación, docencia y extensión, y de organizarlas en
departamentos. Se constata también la necesidad de la coordinación y la
planificación central del conjunto de la educación superior. Incorporan la
cuestión social proponiendo órganos de acción social por facultades, tanto como
una forma de ampliar las tareas de extensión como de integrar el aspecto
formativo del estudiantado. Surgen temáticas relativas a la participación
estudiantil, pero sin señalar las formas específicas en cómo se impulsarán.
Surgen también elaboraciones relativas al Bienestar Estudiantil.
Estos planteamientos son discutidos a nivel de los
dirigentes estudiantiles y a nivel de algunos centros de estudiantes,
adquiriendo grados de elaboración crecientes, que para 1966 alcanzan su primera
formulación coherente y cohesionada.
La convención de la Reforma universitaria de 1966
se desarrolló entre el 25 y 29 de junio y reunió a 320 estudiantes. 150 de
ellos fueron elegidos para la ocasión (56,3% de la DCU y el 41,3% restante al
FRAP, que aglutinaba fuerzas de izquierda) y el resto provenían del comité
ejecutivo de la FECh, los centros de estudiantes y delegados por escuelas.
Los delegados a la Convención se dividieron en 5
comisiones que analizaron diversos temas, llegando a conclusiones y a
proposición de tareas.
Las comisiones fueron:
-“Tareas de la Universidad”: Se basó principalmente
en la sociedad chilena, siendo resultado de tres grandes procesos: su marcada
esencia capitalista; como país latinoamericano vive un proceso inevitable de
modernización; y en un ser específico, Chile enfrenta un complejo proceso
social que lo desafía al gran esfuerzo de emprender el desarrollo económico y
sustituir sus formas institucionales caducas e injustas. El “deber ser” de la
universidad, respecto al acuerdo de la comisión indica que “la Universidad,
concebida de acuerdo a estas líneas generales, implica una comunidad
socialmente integrada, libre y pluralista, dotada de los recursos necesarios
para el cumplimiento de sus fines y moderna tanto en sus formas orgánicas como
en el contenido y métodos de su trabajo.” Junto con ello estableció la
necesidad de ser una comunidad dialogante, democrática y pluralista.
-La comisión 2, se abocó al tema del desarrollo de
la Educación Superior, definiendo que existían tres características en el
momento: Desarrollo insuficiente, Desarrollo no diversificado y desarrollo
irracional (ausencia de coordinación, planificación y control) Como solución se
plantea la necesidad de subsanar estas problemáticas a través de la
coordinación, planificación y control de la educación superior.
-La comisión 3 se dedicó a la “Docencia,
Investigación y Extensión en la U de Chile”. En su primera parte se refiere a
la reorganización de la docencia, y habla sobre la misión principal de la
Universidad en dar a los estudiantes una formación integral. (Dentro de este
proceso es necesario recordar el Departamento de Accion Social creado en 1965
por iniciativa de la FECh, con el objeto de contribuir a la formación
profesional adecuada para la realidad nacional, colaborando a la integración de
los diversos grupos humanos a la vida cultural y social de la nación).
-La comisión 4 trató el financiamiento de la U. de Chile
- Y la comisión 5 trata la “Democratización de la
Educación Superior”. Aquí, además de las discusiones sobre la democracia,
integra la intensificación de tareas de Bienestar Estudiantil.
Producto del desarrollo de esta Convención, en 1967
se acepta la participación del estudiantado en el Consejo Universitario con 5
delegados.
Dentro de la Convención además, se estableció la
necesidad de que los estudiantes participaran directamente en la elección de
las autoridades, a través de cuerpos colegiados que representaran la opinión de
todos los estamentos.
Fue precisamente el tema del cogobierno el que
causó conflictos al interior de la universidad y de la propia FECH, ya que las
profundas diferencias entre los sectores demócratacristianos y de izquierda
generaron agudas disputas por cuotas de poder. De tal manera, y más allá de una
eventual rigidez por parte de la autoridad en negarse a entregar poder, la
gravitación de los partidos devino, en corto plazo, en la politización del
movimiento impulsor de la reforma. Así, el lema “Universidad para Todos” fue
relegado a un segundo plano, frente a la lucha netamente política, derivada de
la rápida aceptación de las demandas por el cogobierno.
Las tesis de la DCU y de los directivos de la FECh
se impuso por sobre la tesis de la alianza entre socialistas, comunistas y
radicales que proponía el co-gobierno. La tesis vencedora proponía despojar del
poder a las autoridades unipersonales, aumentar el poder de los organismos
colegiados, participar en estos organismos como movimiento estudiantil, en
forma importante y con derecho a voto, defender la unidad del movimiento,
preservar a los estudiantes de compromisos políticos con sectores docentes, y
rechazar la politización de la vida académica universitaria.
A fines de 1967, la Facultad de Filosofía y
Humanidades (dirigida por el decano Hernan Ramirez Necochea) comenzó un proceso
de reflexión que terminó aprobando la idea del co-gobierno y transgrediendo con
ello los acuerdos del Consejo Universitario y la directiva de la FECh. Luego de
la intención emanada por Eugenio Velasco (Decano de la Facultad de Ciencias
Juridicas y Sociales) de intervenir filosofía, el conflicto induce al rector
Eugenio Gonzalez a presentar su renuncia. . La FECh luego de ello, se toma casa
central, que se mantuvo hasta la firma de un acuerdo interino con Ruy Barbosa,
rector interino, en 1968. Sin embargo, las pugnas por poder terminaron por
paralizar la reforma, y aún con la llegada de Eduardo Boeninger como rector, el
problema de la conducción de la reforma no logro ser resuelto con las
propuestas del nuevo rector. El proceso de reforma, según algunos, se confundió
con la llegada al poder de Salvador Allende con la lucha por el poder.
Con el golpe de Estado de 1973, los logros de la
reforma se destruyen por completo ante la designación de decanos, rector y
dirigentes estudiantiles. Desde el principio del período dictatorial, y como
golpe de gracia a la Reforma, fueron intervenidas las instituciones de
educación superior el mismo día del golpe, con asaltos militares y redadas en
diversas sedes universitarias, que derivaron en detenciones masivas de
estudiantes, académicos y funcionarios. Menos de un mes más tarde, se
institucionaliza la política intervencionista con la designación de oficiales
militares, en calidad de “rectores-delegados” investidos de poder total, que
incluían de manera explícita la atribución de destituir académicos y expulsar
estudiantes.
El recuerdo de la Reforma Universitaria estableció
-en la dictadura y sus adherentes- una fuerte asociación entre el mundo
universitario y la disidencia política o agitación social. Esta consideración
será -cómo se verá- una de las principales fuentes de una decidida
contrarreforma al sistema de educación superior chileno. Un rediseño
institucional que tiene sus bases en la “Directiva Presidencial sobre la
Educación Nacional”, despachada por Pinochet en 1979.
“(Alcanzar) la educación media, y en
especial, la superior, constituye una situación de excepción para la juventud,
y quienes disfruten de ella deben ganarla con esfuerzo… y además debe pagarse o
devolverse a la comunidad nacional por quien pueda hacerlo ahora o en el
futuro…”
Augusto Pinochet, Carta al Ministro de Educación,
1979.
Con la llegada de los gobiernos civiles, surgió la
esperanza por parte de los estudiantes de que la FECh se abocaría al necesario
proceso de redemocratización al interior de la U y de revisión de las políticas
educacionales dejadas por Pinochet. Muy por el contrario, los dirigentes de la
Federación de aquel período estuvieron lejos de ese objetivo. La falta de
dirección clara, la diferencia entre dirigentes y bases, y la desorganización
luego de la falta de estatutos actualizados, dejaron a la FECh en una situación
compleja para 1994.
En 1995 se constituyó una FECh Refundacional y
Transitoria, con Rodrigo Roco como presidente, la que debía llevar a cabo un
Congreso Estudiantil para elaborar los nuevos Estatutos y Declaración de
Principios de la organización, replanteando la esencia de la misma.
De aquí surgen los estatutos actuales de la
Federación, con cambios circunstanciales dependiendo de cada administración,
pero planteando los preceptos básicos de la FECh del siglo XX, con ciertas
actualizaciones a las década de los 90’.
Sin embargo, luego de las movilizaciones del año
2011, se ha hecho menester un cambio estructural y refundacional de la FECh y
sus estatutos, con miras a los nuevos tiempos que nos afectan. En este punto el
presente Congreso FECh tiene la importancia de la creación y conformación de
nuevos estatutos acordes al ambiente político actual luego de la dictadura y
enfrascados en el sistema neoliberal.
[1] Segunda Convención de la
Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, 1920.
[2] Temática en base al Libro
“La reforma en la Universidad de Chile” de Felipe Agüero, con dirección de
investigación de Manuel Antonio Garretón. Biblioteca del movimiento
estudiantil.
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